Iero, te estás yendo. Iero, no puede terminar. Iero, esto no puede ser demasiado para ti, ¡no puede! Iero, me estás dejando. ¿Acaso te has dado cuenta de eso? Estás dejándome sólo, aquí, sin ti. Vamos, Iero. Podemos pasar esto… juntos. Podemos, y lo haremos si te quedas.
Por favor no te vayas. Eres lo único que me queda, yo sin ti no vivo, te lo pido por favor. Eres mi última esperanza, eres mi último aliento de batalla, eres… eres… todo. Eres todo lo que una mujer desearía… incluso un hombre.
Me enseñaste a vivir, me enseñaste a volver a respirar, me salvaste de todo… de las drogas, el alcohol, de mí, de ti… no, no me has salvado de ti. Ahora no te estaría pidiendo que te quedes si fuera así.
Iero, nunca me enseñaste cómo estar sin ti.
Tocaste mi corazón apenas llegaste a mi vida. Supe que eras diferente a las siete billones de personas restantes en el mundo, incluyéndome. Cambiaste mis metas, mis sueños, mis ganas de vivir… las reviviste, Iero. ¿Y ahora? Te estás yendo como si no te importara.
¿Acaso te decepcioné? O, o quizás… te fallé. ¿Fue eso? ¿Fue eso, Frank? Si lo fue, lo siento. Nunca quise… pero dime qué es, porque estoy muriendo por dentro. No te vayas… de nuevo, por favor, quédate.
Cambiaste mi vida, Iero, ¿eso no es importante para ti? Quizás no. Pero sí para mí.
¿Sabes? Voy a estar aquí por si te interesa. Si necesitas algo, siempre voy a recibirte con los brazos abiertos… porque aunque me dejes con el corazón roto, aunque destruyas todo lo que había construido para nosotros, aunque se me caigan las lágrimas al verte partir e, incluso, al escribirte esto… te amo. Como nunca amé a nadie y, por Dios, eres a la única persona que he amado. ¿Acaso eso no cuenta?
Fui en contra de todos los prejuicios, tanto católicos como sociales, y ¿así me lo pagas? Te he dicho, te lo he repetido muchas veces: el amor el ciego. Me di cuenta sólo cuando te conocí, cuando entendí que para el amor no existen barreras.
Me quitaste el alcohol, me quitaste la droga, incluso el tabaco… me quitaste muchas adicciones. ¡Sorpresa! Tu trabajo no ha terminado… soy adicto a ti.
Has cambiado, Iero, y mucho. ¿Ya no te intereso? Sólo necesito que me recuerdes para ser feliz, que nos recuerdes… recuérdanos y recuerda todo lo que fuimos.
Conoces mis debilidades, mis sueños, mis pensamientos… conoces todo mi cuerpo, como a la palma de tu mano, me has visto llorar, reír, dormir, me has visto hacer locuras por ti. Y ahora, como si nada…
Te amo, y eso quiero que lo tengas presente. Quiero que sepas que sos el único que pudo sostenerme en los tiempos más difíciles.
No sueltes mi mano… por favor. No, no te sueltes. No te vayas, no te alejes. No te des vuelta, no me mires. No quiero que la última imagen que te quede de mí sean llorisqueando. Por favor, no, Iero…
Maldito sea el momento en que te conocí. Maldito sea el momento en que caí rendido a tus pies, maldito sea el momento en el cual me ayudaste a ser otra persona. Maldito sea el momento en el cual comencé a amarte, Iero.
Supongo que si necesitas irte, no debo retenerte… así que adiós. Mi amigo, mi compañero, mi amante. Mi todo. Adiós, y quiero que recuerdes que eres la única persona que me ha robado todo.
Y ahora estoy tan hundido, tan vacío, tan… nada. Desde que te has ido no siento nada, respiro solamente porque es algo natural del cuerpo… me gustaría no respirar, y no sentir. No querer sentirte conmigo de nuevo.
Te extraño, Iero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario