All those thoughts are leaving you tonight.
Entramos al baño besándonos, mientras yo sentía que su lengua iba a bajar por mi garganta, prácticamente. Me empujó suavemente dentro de la bañera, con ropa y todo, para luego meterse él.
Abrió la canilla del agua caliente y me estremecí al sentir su contacto con mi cabello.
Me sacó la remera y admiró mis tatuajes. Pasó sus ojos por la tinta que cubría mi pecho y mis brazos, y luego me besó. Torpemente enredé mis dedos en su cabello, haciendo presión sobre mi cuerpo cuando empezó a besar mi cuello.
Dejé la boca entreabierta soltando pequeños suspiros cuando él pasó a mi pecho, besándome y acariciándome con una pasión que jamás había sentido, ni siquiera cuando yo mismo me tocaba. Gemí suavemente cuando él mordió uno de mis pezones, y automáticamente pasó a la parte baja de mi estómago. Se quedó mirándome mientras con la punta de su lengua recorría el borde de mi pantalón, rodeaba mi ombligo y mordía suavemente debajo de él.
Desabrochó despacio mi pantalón tentándome, más aún se tardó cuando mordió mis bóxers. Lo hizo despacio, calmado, como si toda la pasión y deseo que allí había fuese solamente mía. A mí me costaba respirar para ese entonces, y con un gemido le pedí indirectamente que fuese al grano del asunto.
De repente, la idea de que yo era su primera relación homosexual me cruzó por la cabeza. ¿Acaso me mentía? ¿Era su esposa hermafrodita? ¿Algo? No podía hacerlo demasiado bien en su primera vez, realmente era imposible.
-Gerard… –suspiré, y él rápidamente subió a mi boca, mientras se sacaba la ropa despacito.- Jurame que soy el primer chico con el que estás. –sonrió mientras terminaba de sacarse su camisa.- Jurámelo. –me besó.
-El primero y el más perfecto de todos, Iero. Ahora, saltá. –eso hice, y me atrapó contra la pared. Puse mis piernas alrededor de su cintura mientras lo miraba, atento y asustado. Él notó esto y me volvió a besar.- No tengas miedo, mi Frankie. Simplemente tené en cuenta de que el amor a veces duele, pero que después de todo vale la pena. –asentí miedoso y entró despacito en mí.
Solté un gran alarido, ya que no estaba acostumbrado a eso, era sabido. Dolía mucho, y volví a gritar. Se detuvo.
-¿Paro? –susurró, con un tono de decepción en su voz. Lo entendía, yo había deseado esto tanto o más que él, y ahora parar porque ‘me dolía’… no, no iba a pasar, así que le negué con la cabeza apretando los labios. Suspiró y me besó el cuello.- Relajate, disfrutalo. Que tu cuerpo esté suelto, no estés tan rígido… –intenté relajarme y lo conseguí en su mayoría. Él siguió muy despacio, atento a mis reacciones conforme iba avanzando dentro de mí.
En un determinado momento, dejó de dolerme y todo ese sufrimiento dio paso al placer, puro placer que me encendía todo el cuerpo, sobretodo mi cara. La sentía arder, realmente no podía más.
Pero me equivoqué, ya que él me tomó de la cintura para poder tomar más impulso y llegar más hondo dentro de mí, para luego de unos minutos hacerme sentir el vientre caliente y yo acabarle el en pecho.
Me besó tiernamente cuando nuestro acto cesó, y se sentó en el suelo mientras el agua caía constantemente en su pecho desnudo limpiando mis restos. Cuando éstos se fueron del todo, me senté entre sus piernas y acosté mi cabeza en su pecho.
¿Cómo no amarlo? Cumplía con todas mis expectativas, deseos, pasiones, ganas de vivir. Me hacía sentir querido, adorado, amado. Me hacía sentir bien.
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