jueves, 15 de marzo de 2012

Bloody Games

Titulo: Bloody games
Autor: Helena Black
Clasificacion: Para todo público.
Género: Drama, Muerte.
Advertencias: Muerte de un personaje.
Parejas: Frank - Gerard.
Notas de autor: Este es el cumplimiento un reto que me fue dado y fue cumplido.

Helena Black, te reto a escribir un OS Frerard donde los personajes por el motivo que sea despiertan encerrados en una habitación a oscuras (?)




Bloody games

―¿Qué es esto? ―dijo Gerard abriendo los ojos―. ¿Dónde estoy? ¿Mikey? ¿Mamá? ¿Dónde están? ―pero nadie le contestó. No sabía si estaba ciego o si estaba en total oscuridad, pero no veía nada.

―Mhm… ¿dónde estoy? ―susurró alguien en alguna parte de la habitación.

―¿Quién es? ¿Quién está ahí?

―Mi cabeza… me duele… ―volvió a decir esta persona. En ese mismo momento, una pequeña televisión se encendió, mostrando a un extraño payaso.

―Buenas tardes, caballeros, quiero jugar a un juego. ―Gerard se refregó los ojos para acostumbrarse a la luz, y vio a un hombre atado a la pared al otro lado de la habitación―. Me presento ante ustedes: soy Jigsaw, conocido por toda esta ciudad llena de ratas.

―¿Jigsaw? ―susurró Gerard, entendiendo todo aquello. Miró al hombre al otro lado de la habitación y el pánico empezó a recorrerle las venas―. ¡AYUDA! ¡POR FAVOR, AYUDA!

―No hay modo que te escuchen, Way ―dijo Jigsaw en la televisión―. Estás a diez metros bajo tierra, en un bunker utilizado en la segunda guerra mundial por los rusos, a ciento setenta kilómetros de Oklahoma. ―Gerard calló, y se dio cuenta de que el otro hombre lo miraba expectante―. Gerard Arthur Way Lee, has pecado. Has desperdiciado toda tu vida en prostíbulos siéndole infiel a tu mujer. Has desperdiciado su amor incondicional en prostitutas y alcohol. Has golpeado hasta la muerte a un travestido sólo porque te repugnaba la idea de acostarte con un hombre vestido de mujer.

―Payaso ridículo, ¿qué hago yo acá? ―interrumpió el hombre― No me acosté con ninguna prostituta ni nada. ―Una descarga eléctrica recorrió su cuerpo.

―Has malgastado tu vida en las drogas y robándole a gente inocente, trabajadora y que no ha hecho más que servirle a este Estado y a esta sociedad, Frank Iero. En un estado de drogadicción total has golpeado a dos hombres que se estaban besando en la vía pública. Por eso mismo, los castigaré. ―Los dos hombres se quedaron callados, atentos a lo que el payaso de la televisión estaba dispuesto a decir―. Ambos recibirán su merecido por igual.

―Largalo ya, payaso patético. No tengo toda la vida para escucharte. ―Jigsaw se carcajeó.

―Claro que la tienes, Iero. Si no pasás esta prueba el día de hoy, tu vida terminará. Y no queremos que eso pase… ¿o sí? ―Jigsaw volvió a reír y Frank se calló, algo aterrado.

―¿Qué debemos hacer, Jigsaw? No alarguemos las cosas, por favor, decinos qué debemos hacer.

―Oh, querido Way, se les diré a continuación: dentro del estómago de cada uno de ustedes yace la escapatoria del otro. Way, dentro tuyo hay una llave la cual abre las cadenas de Frank. Iero, dentro tuyo hay un pequeño antídoto con la cura para el veneno que le he introducido a Gerard en la sangre hace un par de horas… es decir que, más o menos, les quedan seis horas. Que las disfruten ―el televisor se apagó.


*



―Y… esta es mi esposa ―susurró Gerard mostrándole una fotografía a Frank. Cinco horas habían pasado desde la última aparición del payaso en la televisión, y Gerard comenzaba a sentir náuseas y a toser, que suponía era por ese veneno que Jigsaw le había metido en las venas.

―Oh… linda. Me gustaría poder mostrarte fotos de mi familia, pero… no tengo una.

―¿No? ¿Padres, hermanos, tíos?

―En lo absoluto. Todos muertos, enfermos terminales, en algún basural tirados en estado de ebriedad o drogadicción. Soy el único que aún se las arregla.

―Siento escuchar eso, Frank. ¿No hay nadie que te reporte como desaparecido o cosas así? ―Frank negó.

―En lo absoluto, mi amigo. Todos me han de odiar por la forma en los que he tratado o se deben odiar a sí mismos. Estoy solo en este planeta y no hay nada que yo pueda hacer. ―Gerard se acercó suavemente, rozando sus labios con los de Frank.

―¿Seguro? ―se indujeron en un beso apasionado, poco común. Entonces Frank sintió algo punzante en su estómago, y gritó del dolor.

―¡¿Qué mierda estás haciendo?! ―le gritó a Gerard viendo la punzante piedra que había utilizado para herirlo.

―Lo siento Frank, pero me curaré y seré completamente inocente por el resto de los días. Si nadie te reporta como desaparecido o duda de tu paradero, entonces no tendré ningún problema. ―metió su mano en el estómago de su nuevo amigo buscando algún tipo de recipiente; cuando lo encontró, lo sacó automáticamente. Limpió los restos del pequeño recipiente y se lo tomó de un trago. Vomitó un par de veces un especie de líquido color violeta que se mezcló con la sangre que chorreaba del cuerpo ya sin vida de Frank.

Cayó de bruces al suelo entre el vómito y la sangre, temblando de los escalofríos.

―Oh, Way ―dijo Jigsaw ahora en la televisión― qué equivocado estabas. Así como has traicionado a tu esposa, lo hiciste con alguien que ahora te tenía confianza. Espero que desde ahora, en tu otra vida, entiendas el poder de la fidelidad en un individuo. Que tengas una dulce muerte.

martes, 14 de febrero de 2012

Aubrey

Título: Aubrey.
Autor: Xylo Brytes.
Clasificación: para todo público.
Género: desconocido. ¿Drama?
Advertencia: ninguna. 
Parejas: ninguna. 


Nota de autor: publicado originalmente el once de septiembre del 2009; la historia tiene la escritura original de cómo escribía yo en el 2009. 





Reía y reía, sin saber por qué. Los desconocidos en la barra del bar la hacían sentir tan bien.. ya los consideraba sus amigos. Seguía riendo, aunque sus nuevos amigos no dijeran nada gracioso o, peor aún, no dijeran nada. Abrazó a uno de ellos, el que se sentaba a su lado izquierdo. Un pingüino se acerca a ella, preguntándole si quiere más, como otras seis veces anteriores. Ella acepta, aunque no sabe qué, pero acepta. Vuelve a reír sin causa y, tras varios minutos, el pingüino vuelve dejando en frente de ella un gran vaso y se retira.

Ella deja de reírse y se pone en un plan analizador. Observa detenidamente el vaso, analizando el líquido de arriba abajo. ¿Era el mismo líquido que había bebido hacía unos minutos? Se veía como tal, pero quería saberlo, así que bebió un sorbo. No era lo mismo, era mil veces mejor. Hizo fondo blanco, sintiendo el gusto de ese exquisito elixir. Elalcohol ya le quemaba la garganta, aunque no podía parar.

Había tres cosas a las que no quería, a las que no debía, pero se había adictado: alcohol, cigarros y.. él. Se levantó, tambaleante. No sabía de dónde venía el equilibrio, ya que veía todo borroso; se tambaleaba de un lado para el otro, y tenía umchas náuseas. 

Pagó la cuenta, con una muy grande propina sin darse cuenta. Salió a la calle y caminó hacia la derecha, poe donde recordaba que había llegado allí. 

Recorrió una cuadra y se tomó de un poste de luz; sintió náuseas, más de las que ya había sentido. Un líquido ácido se coló por su garganta, y luego salió por su boca; sí, había vomitado por su estado de ebriedad. 

Se sentó en el piso y, al principio, prácticamente lloraba cerveza. Cada vez más, sus lágrimas se fueron convirtiendo en recuerdos. En recuerdos sobre él; por él había caido en el cigarro y la cerveza, y.. lo odiaba. Lo odiaba con su alma, pero el amor y el fanatismo era mucho más fuerte que su odio. 

Se había puesto la meta de conocerlo, para decirle cuánto lo amaba; ahora lo conocería para poder matarlo con sus propias manos.

Untitled


Título: Untitled.
Autor: Xylo Brytes.
Clasificación: apto para todo público.
Género: drama.
Advertencia: ninguna.
Parejas: ninguna.
Nota de autor: este relato (el original) en realidad pertenece al Blog de Julia Leiva Cháves, una amiga mía (eliminó su blog, por eso no pongo el link). No sabía cómo darle las gracias, en ese entonces, por todo lo que hace por mí, por toda la amistad que me dio, hasta que se me ocurrió hacer del post de su blog que más me golpeó mío, en una rara manera. Empecé a escribir este relato y de repente ella se me vino a la mente, y las palabras salieron a cantidades increíbles de la lapicera. Publicado originalmente el diez de septiembre del 2009;la historia tiene la escritura original de cómo escribía yo en el 2009.




Untitled





Tomé mi mochila y metí en ella unas pocas ropas; pensaba alejarme de él, pensaba dejar todo por mi 'yo' atrás y comenzar de nuevo, en un lugar donde nadie supiera quién soy, donde nadie supiera mi nombre.Corrí a la estación con el boleto en mi mano y me subí al tren, sentándome en una no tan cómoda silla; sabía que me perseguía, sabía que estaba allí afuera, buscándome.

El tren arrancó, y suspiré aliviada al pensar en la posibilidad de vivir sin él, sin mi adicción.

Adicción. En eso se había convertido, en una -mi- adicción. Recordé mi pared llena de sus imágenes, de esos ojos mirándome mientras recorría la sala, de esas poses de supermodelo que fingía ser.

Deseé tener sus discos a mi lado, su música tan hipnotizante en mis oídos, pero me resistí; me resistí y dejé mi Ipod en la mochila. No podía evitar tararear sus canciones en mi cabeza, eran extrañamente hermosas.

Llegué a mi destino, y me detuve en el andén: quería estar segura de que no me seguía, de que ya lo había dejado atrás.

Poco a poco mi cabeza se fue ocupando de otras más que de él; ¿Dónde dormiría? ¿Qué comería? ¿Con qué dinero pagaría mi nueva vida? Caminé sin ver a dónde estaba yendo hasta que escuché un auto derrapar. Sí, un auto de color rojo venía hacia mí a toda velocidad; la calle mojada por la lluevia que había comenzado hacía unos minutos no dejaba frenar al hombre que lo manejaba: lo veía, echaba el freno, pero el auto no respondía.

¿Qué más podía pedir? ¿Acaso no era eso lo que había pedido, acabar con todo? Todas esas lágrimas derramadas, toda esa sangre que a borbotones salía de mi brazo de vez en cuando.. ¿Habían sido en vano? ¿Lo único que necesitaba era un auto sin frenos? Me preparé, no iba a arrepentirme. No me moví, y cerré los ojos con fuerza.

Mi vida pasó como una película por la oscuridad que ahora veía, tan rápido como un rayo duraba en una tormenta. Mi madre, mi padre, mis hermanos, toda mi familia estaba allí.. pero esa película de mi vida no terminaba con ninguno de ellos, ni de mis amigos, sino con él.. con toda la perfección que era capaz de recordar sobre él.

"No lo hagas" resonó su voz en mi cabeza. Sí, su voz, en mi idioma, en mi cabeza. "Seguí, caminá.. por favor, por mí". No quería, ¡no quería! ¡Todo esto lo estaba haciendo, justamente, por él! Pero a mi cuerpo no le importó. Caminó, corrió, subiendo a la vereda. Vi al auto seguir su camino, derrapando sin frenos. Escuché el fin de su travesía, el choque contra alguna cosa que detuvo su andar.

Mi oportunidad, era mi oportunidad de acabar con mi delirio, pero se fue, como la esperanza de dejarlo atrás.

"No lo hagas nunca más" volvió a resonar su voz en mi cabeza. "Esperame, como yo te espero.. hacelo por mí". Asentí, sin saber si él me estaba hablando, oyendo o viendo.

Me senté a la vereda y me puse a pensar.

"Gracias" volví a escuchar.

Fue entonces cuando ya no distinguía mis lágrimas de las gotas de lluvia.



La triste realidad


Título: La triste realidad.
Autor: Xylo Brytes.
Clasificación: para todo público.
Género: ¿romance, drama?
Advertencia: ninguna.
Parejas: ninguna, chico/chica
Nota de autor: este one shot fue originalmente publicadoel nueve de septiembre del 2009, no he corregido absolutamente nada excepto errores gramaticales; la historia tiene la escritura original de cómo escribía yo en el 2009, no me maten. El chico está inspirado en Bill Kaulitz (mi amor en esa época) pero puede ser aplicado a cualquier artista.

―¡Alejate de mí! ―Le gritaba él, aún caminando por la calle― ¡Andate y nunca vuelvas!
―¡No! ―respondía ella, en el mismo tono de voz― ¡No quiero alejarme! ¡Quiero estar a tu lado! ¡¿Por qué no podés entenderlo?! ―Él se paró en seco en medio de la vereda.
―¡Vos no podés entenderlo! ¡Soy una ilusión, un pedazo de papel arrugado, un puto póster en la pared! ¡Eso soy! Yo no te convengo, creeme... creeme y entendelo.
―¡¿Una ilusión?! ¡¿Papel?! ¡¿Póster?! Vos no sos nada de eso... mejor dicho, sos eso y mucho, mucho más. ―Le dijo ella. Él explotaba del enojo, y ella seguía sin entenderlo.
―¡¿Y qué soy, a ver?! Decime, ¡¿Qué soy?! ¡¿Una estrella, un compositor, un cantante?!
―Lo que más quiero en el mundo, eso sos. Sos mi aire, mi oxígeno, sos la sangre que fluye por mis venas. Sos la razón de mi existir, sos mi decisión en todo momento, sos la persona con la que quiero pasar el resto de mis días y más allá de ellos. Sos mi ejemplo a seguir, lo que me guía cuando no sé a dónde dirigirme. Sos, simple, total y completamente todo para mí... ¿Qué no podés entender, a ver? Entendé que si te vas yo no sigo porque no puedo seguir; entendé que después de vos nunca va a haber nada; entendé que después de vos nunca va a haber nada; entendé que a donde vos vayas yo voy, porque te necesito y amo con cada átomo de mi débil y convencido cuerpo... ―hubo una pausa preocupante, donde ella se lo comió con la mirada y él recapacitaba sobre lo que había escuchado.
―Lloraste por mí, ¿no es cierto? ―preguntó con cautela y con voz apenas audible.
―Sí ―murmuró ella.
―¿Y por qué razón? ―Ella se encogió de hombros, acercándose a él.
―Por muchas y simples razones... porque no puedo tenerte, porque los demás piensan que estoy loca si les digo que me enamoré de vos; porque cada vez que me despierto y cada vez que termina el día me maldigo por no haberte conocido en persona, por no haber nacido cerca de vos. Por la simple idea de que te amo... ―hubo otro silencio, pero ahora ella estaba muy preocupada.
―¿Lo ves? No te convengo, no soy bueno para vos... olvidate de mí y sé feliz con alguna otra adicción.
―¿Olvidarme de vos? ¿Olvidarme de toda mi vida? ¿Acaso creés que no lo intenté? Bueno, sí… lo hice, lo intenté. Pero, cuando creía que lo había hecho... ―rió―. Es muy frustrante, ¿sabés? Es como querer dejar de fumar... digo que puedo hacerlo, lo intento y lo intento, pero siempre vuelve a mí, una y otra y otra vez, y me vuelve a atrapar. Me quise resistir a tu voz, a tus movimientos, a tu figura, a vos mismo... pero tampoco pude. ¡Por favor! Sé de memoria tu historia, tus amigos, lo que hacés, cómo sos...
―¿Cómo soy? ―Interrumpió él― ¿Cómo sabés cómo realmente soy? ¿Leíste entrevistas y viste mi "real" encanto?
―No ―protestó ella― las entrevistas mienten, siempre mienten.
―¿Entonces? ¿Simplemente magia? ―cuestionó él.
―No sé si es magia o no... es algo… es algo que siento en mi interior, que sos bueno, que sos amoroso y tierno y…
―Pensaron que Hitler era bueno y por eso lo eligieron... ―interrumpió él, bajando su vista a los pies de la muchacha― ¡mirá cuán bueno  resultó ser!
―¡¡No te compares con Hitler!! ¡Y no lo metas en esto! Sé que no sos como él ni como nadie, porque sos único.
―¿Único? ―dijo él, mirando a su acompañante y acercándose tanto que sos caras estuvieron a unos pocos centímetros de distancia― Único hasta que algún otro idiota como yo saque un disco, una serie, una película, un programa de televisión o cualquier otro jodido y estúpido material de marketing y te enamores de él; vas a sacar todos mis pósters de tu habitación y vas a poner los de él. Vas a comprar toda su mercancía y a gastar millones de monedas y billetes en su estúpido álbum de figuritas o sus miles de discos de música barata que te va a volver loca. Siempre "esa" persona va a ser única, increíble, excepcional... siempre vas a amarla, como es conmigo ahora. ―Hizo una pausa, y ella podía sentir su aliento rozar sus labios.
―Por eso... vos ahora para mí sos el único… dejame ser feliz, dejame hacerte feliz…
―Quiero que seas feliz, pero yo no soy una opción... ―-la besó tan efusivamente que la dejó sin aire―. Quiero que llores si hace falta, pero no por mí. Quiero que te sorprendas por pequeñas cosas, pero no porque me compré un perro o porque escribí una nueva canción. Por favor, hacelo por mí... no dependas de mí ni de nadie, porque te va a herir y a esa persona también, o al menos a mí... por favor, no…
―Por favor, no te alejes de mí porque te amo ―dijo ella, abrazándolo―. Te quité as palabras de la boca, ¿no es cierto? ―Él sonrió.
―Exactamente, ―susurró en su oído mientras la abrazaba― exactamente.

sábado, 21 de enero de 2012

Like a virgin

Título: Like a virgin
Autor: Helena Black
Clasificacion: no adecuado para niños.
Género: Semi-comedia,
Advertencias: Ninguna.
Parejas: Frank - Mikey.
Notas de autor: Para ser sincera, no me gusta mi OS xD pero fue un reto que me fue dado en un topic y fue cumplido.


Helena Black ~ "Te reto a hacer un fic donde el protagonista este enamorado de un poster de Madonna que tiene oculto en su armario" ~ 04-Ene


Like a virgin




Like a virgin… touched for the very first time ―cantó Gerard al ritmo de su musa, Madonna. Se puso la boa fucsia de su madre y caminó por encima de la cama como si fuera una pasarela―. Like a virgin, when your heart beats next to mine.

Escuchó a alguien en el pasillo y cayó de espaldas al piso. Se apresuró a ponerle STOP a la canción justo en el momento en el que su hermano, Mikey, y su mejor amigo, Frank, se asomaron por la puerta.

―¿Qué hacés? ―le recriminó Mikey al verlo en el piso.

―Hago abdominales, ¿qué no ves? No quiero ser un gusano ―Gerard se apresuró a intentar hacer un abdominal, pero no alcanzó la mitad del camino hacia sus rodillas; cayó desplomado―. Bueno, ya iba por la ciento setenta, en algún momento me tenía que cansar… ―Frank sonrió.

―Ahá… ¿qué hacés con la boa de mamá? ―susurró su hermanito.

―Secarme el sudor, claro. No tenía ninguna toalla a mano, así que… ―Mikey se fijó en su armario.

―¡¿Tenés un nuevo poster?! ¡Cómo no me avisaste! ―entró corriendo en la habitación― ¿De qué es? ¿Misfits? ¿Assassin’s Creed? ¿Zelda? ―Gerard se interpuso en su camino, cerrando el ropero.

―¡Misfits! Pero no lo veas ahora, le tengo que hacer unos retoques con acrílico para que se vea bien.

―Genial, pero quiero verlo ahora. Soy tu hermano, no un tasador de posters. ―Intentó sacar a Gerard y abrir el ropero, pero no pudo―. Gerard… ¿puedo?

―No. Hasta que no lo tenga con acrílico no.

―¡¿Desde cuándo no puedo ver tus posters en estado vegetativo?! Por favor, Gerard… ―forcejearon un par de minutos hasta que Frank se interpuso.
                                                                     
―¿Qué les parece si tiramos una moneda y lo que sale sale? ¿Sí? Bueno… Mikey cara, Gerard seca… ―sacó una moneda de su bolsillo y la tiró fuerte hacia arriba―. Bien… cara. Gerard, mostrá el poster.

―No, seguro la moneda tenía dos caras.

―¿Es en serio, Gerard? ―le susurró Mikey― ¡Vamos, mostrame el poster!

―No.

―Sí.

―No.

―Sí.

―¡Que no!

―¡Que sí!

―¡Que…! ―pero Frank ya había abierto el ropero, y su poster de su musa quedó a la vista de los dos más pequeños.

―¿Eso es…? ―susurró Frank.

―¿Acaso es…? ―susurró Mikey.

―¡¿MADONNA?! ―gritaron los dos al unísono.

―¡Cállense, se debió dar vuelta el poster! ―dijo Gerard, cerrando su armario y poniéndose todo rojo―. Váyanse, váyanse de mi habitación. ¡Ahora! ―les gritó Gerard, a lo que los dos respondieron con una risotada. Cuando por fin los echó, miró su poster― Mad, ¿por qué se ríen de mí? Yo te amo, ¿por qué no entienden mis gustos? ―suspiró, para luego besar el poster. Lo despegó y lo abrazó, sin dejar de besarlo. Lo tiró en la cama y él se tiró arriba, besándolo.

―Ay, por el amor de Dios… ¡Gerard! ―gritó Mikey, después de sacarle una foto en esa posición.

―¡Te dije que te fueras! ¡Andate! ¡Andate! ¡Andate! ―lo echó de la habitación para enseguida empezar a planear su venganza.

¿Mikey tenía puntos débiles? ¿Era virgen? ¿Le gustaba alguna chica como para molestarlo? Astro zombies de los Misfits comenzó a sonar a todo lo que da, y Gerard sólo la soportó hasta el estribillo; por más que le gustara la banda, no podía pensar si tenía las estrofas de la canción en la cabeza.

Caminó rápido hasta la habitación de Mikey cuando la canción se paró de repente, seguida de gemidos incontrolables. Dudó al abrir la puerta, pero terminó haciéndolo de golpe.

―¡Por el amor de Cristo Santo! ―gritó Gerard al ver a Frank encima de Mikey―. ¿Qué pasa acá? ¡¿Qué es esto?! ―Frank se subió los pantalones y Gerard sonrió―. ¡Mikey es gay! ¡Mi pequeño hermano es gay! ¡Y ahora no podrá acusarme de nada! ―se carcajeó―. ¡Mikey, sos gay!