Título: Untitled.
Autor: Xylo Brytes.
Clasificación: apto para todo público.
Género: drama.
Advertencia: ninguna.
Parejas: ninguna.
Nota de autor: este relato (el original) en realidad pertenece al Blog de Julia Leiva Cháves, una amiga mía (eliminó su blog, por eso no pongo el link). No sabía cómo darle las gracias, en ese entonces, por todo lo que hace por mí, por toda la amistad que me dio, hasta que se me ocurrió hacer del post de su blog que más me golpeó mío, en una rara manera. Empecé a escribir este relato y de repente ella se me vino a la mente, y las palabras salieron a cantidades increíbles de la lapicera. Publicado originalmente el diez de septiembre del 2009;la historia tiene la escritura original de cómo escribía yo en el 2009.
Untitled
Tomé mi mochila y metí en ella unas pocas ropas; pensaba alejarme de él, pensaba dejar todo por mi 'yo' atrás y comenzar de nuevo, en un lugar donde nadie supiera quién soy, donde nadie supiera mi nombre.Corrí a la estación con el boleto en mi mano y me subí al tren, sentándome en una no tan cómoda silla; sabía que me perseguía, sabía que estaba allí afuera, buscándome.
El tren arrancó, y suspiré aliviada al pensar en la posibilidad de vivir sin él, sin mi adicción.
Adicción. En eso se había convertido, en una -mi- adicción. Recordé mi pared llena de sus imágenes, de esos ojos mirándome mientras recorría la sala, de esas poses de supermodelo que fingía ser.
Deseé tener sus discos a mi lado, su música tan hipnotizante en mis oídos, pero me resistí; me resistí y dejé mi Ipod en la mochila. No podía evitar tararear sus canciones en mi cabeza, eran extrañamente hermosas.
Llegué a mi destino, y me detuve en el andén: quería estar segura de que no me seguía, de que ya lo había dejado atrás.
Poco a poco mi cabeza se fue ocupando de otras más que de él; ¿Dónde dormiría? ¿Qué comería? ¿Con qué dinero pagaría mi nueva vida? Caminé sin ver a dónde estaba yendo hasta que escuché un auto derrapar. Sí, un auto de color rojo venía hacia mí a toda velocidad; la calle mojada por la lluevia que había comenzado hacía unos minutos no dejaba frenar al hombre que lo manejaba: lo veía, echaba el freno, pero el auto no respondía.
¿Qué más podía pedir? ¿Acaso no era eso lo que había pedido, acabar con todo? Todas esas lágrimas derramadas, toda esa sangre que a borbotones salía de mi brazo de vez en cuando.. ¿Habían sido en vano? ¿Lo único que necesitaba era un auto sin frenos? Me preparé, no iba a arrepentirme. No me moví, y cerré los ojos con fuerza.
Mi vida pasó como una película por la oscuridad que ahora veía, tan rápido como un rayo duraba en una tormenta. Mi madre, mi padre, mis hermanos, toda mi familia estaba allí.. pero esa película de mi vida no terminaba con ninguno de ellos, ni de mis amigos, sino con él.. con toda la perfección que era capaz de recordar sobre él.
"No lo hagas" resonó su voz en mi cabeza. Sí, su voz, en mi idioma, en mi cabeza. "Seguí, caminá.. por favor, por mí". No quería, ¡no quería! ¡Todo esto lo estaba haciendo, justamente, por él! Pero a mi cuerpo no le importó. Caminó, corrió, subiendo a la vereda. Vi al auto seguir su camino, derrapando sin frenos. Escuché el fin de su travesía, el choque contra alguna cosa que detuvo su andar.
Mi oportunidad, era mi oportunidad de acabar con mi delirio, pero se fue, como la esperanza de dejarlo atrás.
"No lo hagas nunca más" volvió a resonar su voz en mi cabeza. "Esperame, como yo te espero.. hacelo por mí". Asentí, sin saber si él me estaba hablando, oyendo o viendo.
Me senté a la vereda y me puse a pensar.
"Gracias" volví a escuchar.
Fue entonces cuando ya no distinguía mis lágrimas de las gotas de lluvia.
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