My little angel
-¿Frank? ¿Frank? -me decía él, pasando su mano frente a mi vista. Sonrió al verme aterrizar- ¿Estás bien? -Asentí. ¿Qué podía decir? Me tenía estúpido.- Me gustó el acto de magia de hoy... y esta es tu paga. -Me tendió cien dólares.
-Dijimos que sin dinero.
-Aún no he vendido ninguna de tus pinturas, así que... es lo justo -seamos realistas, Gerard no me había dejado terminar el único cuadro que había empezado, así que era imposible que lo vendiera.
-¿Tanto?
-Es tu mesada. Si vas a vivir en mi casa, vas a hacerlo bien... -con desgana tomé los cien dólares pero sonreí al mirarlo a los ojos- ¿qué pasa?
-No había pensado en esa posibilidad... tener una casa a la cual poder llamar 'hogar' es... -lo abracé, con lágrimas en los ojos- gracias. -Tomó mi nuca y me susurró al oído.
-Dije que iba a cuidarte, pequeño ángel. Y lo haré, de todas las formas posibles. -un escalofrío me recorrió la espalda.
-Gracias, Gerard. Sos lo más cercano a un padre que tengo... -susurré.
[Narra Gerard]
Nos separamos de ese abrazo casi-fraternal, y se sentó en el sofá a ver televisión.
Se sentía incómodo, lo sabía, se notaba a kilómetros. ¿Pero sabés, Frankie? No te hubiera dejado volver a esa casa ni de casualidad, hablé en serio cuando dije que iba a cuidarte.
Frank... ¿te sentís igual que yo cuando estoy a tu lado? Porque estoy más que seguro de que no es ninguna calentura, es mucho más que eso, es...
Mentira.
Frankie, no sabría decirte qué causás en mí, pero te aseguro que es más y mucho más fuerte que lo que mi fallecida esposa pudo causar. No quería hacerle el amor todas las noches, no quería besarla cada vez que la veía, yo no... yo no la amaba.
Me senté en el sillón, a su lado, escuchando a Bob Esponja de fondo.
Se fue durmiendo hasta roncar suavemente apoyado en mis piernas.
No voy a negarlo, mi depravada mente imaginó muchas veces al enano en esta posición, aunque desnudo y yo gimiendo su nombre... pero esta escena me encantaba, amaba verlo dormir. Sí, también de noche me he levantado de mi acogedora cama para sentarme al lado del sillón para ver su carita durmiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario