Título: La triste realidad.
Autor: Xylo Brytes.
Clasificación: para todo público.
Género: ¿romance, drama?
Advertencia: ninguna.
Parejas: ninguna, chico/chica
Nota de autor: este one shot fue originalmente publicadoel nueve de septiembre del 2009, no he corregido absolutamente nada excepto errores gramaticales; la historia tiene la escritura original de cómo escribía yo en el 2009, no me maten. El chico está inspirado en Bill Kaulitz (mi amor en esa época) pero puede ser aplicado a cualquier artista.
―¡Alejate de mí! ―Le gritaba él, aún caminando por la calle― ¡Andate y nunca vuelvas!
―¡No! ―respondía ella, en el mismo tono de voz― ¡No quiero alejarme! ¡Quiero estar a tu lado! ¡¿Por qué no podés entenderlo?! ―Él se paró en seco en medio de la vereda.
―¡Vos no podés entenderlo! ¡Soy una ilusión, un pedazo de papel arrugado, un puto póster en la pared! ¡Eso soy! Yo no te convengo, creeme... creeme y entendelo.
―¡¿Una ilusión?! ¡¿Papel?! ¡¿Póster?! Vos no sos nada de eso... mejor dicho, sos eso y mucho, mucho más. ―Le dijo ella. Él explotaba del enojo, y ella seguía sin entenderlo.
―¡¿Y qué soy, a ver?! Decime, ¡¿Qué soy?! ¡¿Una estrella, un compositor, un cantante?!
―Lo que más quiero en el mundo, eso sos. Sos mi aire, mi oxígeno, sos la sangre que fluye por mis venas. Sos la razón de mi existir, sos mi decisión en todo momento, sos la persona con la que quiero pasar el resto de mis días y más allá de ellos. Sos mi ejemplo a seguir, lo que me guía cuando no sé a dónde dirigirme. Sos, simple, total y completamente todo para mí... ¿Qué no podés entender, a ver? Entendé que si te vas yo no sigo porque no puedo seguir; entendé que después de vos nunca va a haber nada; entendé que después de vos nunca va a haber nada; entendé que a donde vos vayas yo voy, porque te necesito y amo con cada átomo de mi débil y convencido cuerpo... ―hubo una pausa preocupante, donde ella se lo comió con la mirada y él recapacitaba sobre lo que había escuchado.
―Lloraste por mí, ¿no es cierto? ―preguntó con cautela y con voz apenas audible.
―Sí ―murmuró ella.
―¿Y por qué razón? ―Ella se encogió de hombros, acercándose a él.
―Por muchas y simples razones... porque no puedo tenerte, porque los demás piensan que estoy loca si les digo que me enamoré de vos; porque cada vez que me despierto y cada vez que termina el día me maldigo por no haberte conocido en persona, por no haber nacido cerca de vos. Por la simple idea de que te amo... ―hubo otro silencio, pero ahora ella estaba muy preocupada.
―¿Lo ves? No te convengo, no soy bueno para vos... olvidate de mí y sé feliz con alguna otra adicción.
―¿Olvidarme de vos? ¿Olvidarme de toda mi vida? ¿Acaso creés que no lo intenté? Bueno, sí… lo hice, lo intenté. Pero, cuando creía que lo había hecho... ―rió―. Es muy frustrante, ¿sabés? Es como querer dejar de fumar... digo que puedo hacerlo, lo intento y lo intento, pero siempre vuelve a mí, una y otra y otra vez, y me vuelve a atrapar. Me quise resistir a tu voz, a tus movimientos, a tu figura, a vos mismo... pero tampoco pude. ¡Por favor! Sé de memoria tu historia, tus amigos, lo que hacés, cómo sos...
―¿Cómo soy? ―Interrumpió él― ¿Cómo sabés cómo realmente soy? ¿Leíste entrevistas y viste mi "real" encanto?
―No ―protestó ella― las entrevistas mienten, siempre mienten.
―¿Entonces? ¿Simplemente magia? ―cuestionó él.
―No sé si es magia o no... es algo… es algo que siento en mi interior, que sos bueno, que sos amoroso y tierno y…
―Pensaron que Hitler era bueno y por eso lo eligieron... ―interrumpió él, bajando su vista a los pies de la muchacha― ¡mirá cuán bueno resultó ser!
―¡¡No te compares con Hitler!! ¡Y no lo metas en esto! Sé que no sos como él ni como nadie, porque sos único.
―¿Único? ―dijo él, mirando a su acompañante y acercándose tanto que sos caras estuvieron a unos pocos centímetros de distancia― Único hasta que algún otro idiota como yo saque un disco, una serie, una película, un programa de televisión o cualquier otro jodido y estúpido material de marketing y te enamores de él; vas a sacar todos mis pósters de tu habitación y vas a poner los de él. Vas a comprar toda su mercancía y a gastar millones de monedas y billetes en su estúpido álbum de figuritas o sus miles de discos de música barata que te va a volver loca. Siempre "esa" persona va a ser única, increíble, excepcional... siempre vas a amarla, como es conmigo ahora. ―Hizo una pausa, y ella podía sentir su aliento rozar sus labios.
―Por eso... vos ahora para mí sos el único… dejame ser feliz, dejame hacerte feliz…
―Quiero que seas feliz, pero yo no soy una opción... ―-la besó tan efusivamente que la dejó sin aire―. Quiero que llores si hace falta, pero no por mí. Quiero que te sorprendas por pequeñas cosas, pero no porque me compré un perro o porque escribí una nueva canción. Por favor, hacelo por mí... no dependas de mí ni de nadie, porque te va a herir y a esa persona también, o al menos a mí... por favor, no…
―Por favor, no te alejes de mí porque te amo ―dijo ella, abrazándolo―. Te quité as palabras de la boca, ¿no es cierto? ―Él sonrió.
―Exactamente, ―susurró en su oído mientras la abrazaba― exactamente.